lunes, 30 de marzo de 2015

Desastres naturales.


Crees que todo va bien hasta que algo verdaderamente chungo se acciona dentro de ti.


Y un nudo se instala en tu garganta. Y el malestar lo inunda todo.

Y te pasas el día llorando como una perra.

Y te molesta que te hablen, que te miren y por supuesto, que te toquen.

Y tú no quieres, pero estás trabajando y los lagrimones caen solos sobre tu mesa y te salpican.

Pero, ¿qué mierda me salpica en realidad?


No dejas de darle vueltas, haciendo inventario de cómo están las cosas en tu vida, y claro, todo está mal, porque las cosas están bien y mal al mismo tiempo, todo va en función del cristal con que se mira.

En los momentos de lucidez, relativizas. Te sientes ridícula. Desproporcionada. Sin derecho a estar tan mal. Pero duran poco.

Venga pa' arriba y pa' abajo, en la montaña rusa emocional Davínia.

Y tu bebé te reclama y en lugar de ir a comértela a besos, huyes como si estuviera recubierta de ácido, pobre...

Y tu hijo mayor te pregunta si estás enfadada y le dices que no y te hace saber que verte mutar en Úrsula de La Sirenita no le parece nada divertido.

Y lo ves todo hecho una mierda y te quejas, y lloras más. Porque hace diez horas que te fuiste a trabajar, después te has quedado tirada con el coche, tienes los ojos como dos pimientos morrones y te duelen las lumbares mortalmente.

Tu pareja, que se hace cargo de que tienes un día del cual podrían inspirarse para hacer toda  una saga de pelis de terror, trata de conciliar. Les pide a los nenes que te dejen espacio, los entretiene, pone orden  y te da mimos.

Lo matarías. 

Te mira con amor. Tú ves suficiencia, chulería y cachondeo a tu costa.

Y venga a llorar...

Le dices que te estás replanteando la vida, la relación, tu futuro.

Te mira con cara de "¡Ay, Dios! Vamos a la cama y vuelve en ti." Pero como se está volviendo un máquina en cuanto a tu manual de instrucciones, se pone en modo escuchador y... ¡Alucina! También en modo hablador.

Hablas, hablas, hablas.

Escucha, escucha, escucha y por fin suelta  su veredicto de hombre práctico,  su propuesta de solución de diez segundos.

Te quedas con tu poker face mítica, que ya tiene hasta denominación de origen, y como estás en la treintena, te bajas del carro del orgullo y te pones en plan dialogante. Sabes que tiene razón en un trescientos por cien, pero antes muerta que no pelear un poco.

Te comprometes a cosas, se compromete él también.

Y como los pensamientos que te rondaban no se sostienen ni un poquito, te acurrucas en su amoroso pecho, esnifas despacio su olor, recuerdas que así es como quieres que huela todo tu mundo hasta que te mueras y empieza a descender poco a poco tu nivel de ansiedad. 
Te sientes  menos esquizo cada segundo que te refugias ahí, en tu rincón paradisíaco.


...Y eso es lo que pasa cuando te viene la regla después de 31 meses, un lunes de pérdida, por la mañana.


Putas hormonas.  Puta naturaleza.









jueves, 26 de marzo de 2015

Adiós.


No es fácil dejar marchar cuando hay amor.

A mí se me rompe el alma. Odio decir adiós. Odio lo irremediable, lo que no tiene vuelta atrás.

He tenido que despedirme algunas veces, otras, he debido y no lo he hecho. 

Me quedan algunos adioses guardados desde hace un tiempo, que no soy capaz de verbalizar porque no estoy preparada para que sean de verdad.

Un adiós es como un conjuro mágico que hace desaparecer personas. Es una gran responsabilidad y como todas las grandes responsabilidades de la vida, acojona que no veas.

Mi primer adiós fue a mi padre cuando dejó de vivir con nosotros. Después he ido diciendo adiós a todas las versiones de padre que me he ido inventando a lo largo de la vida.

Me he despedido de familiares que han muerto, algunos mayores, otros menos, a los que no les tocaba pero les tocó.

Tuve que decir adiós a mi amor porque no podía ser.

He cerrado la puerta para siempre a relaciones tóxicas y peligrosas para mí, con todo el dolor de mi corazón.

He dicho adiós a mis hijos cuando se han ido a las estrellas, porque si no lo hacía me iba con ellos.

He puesto distancia por fuera y he seguido soñando contigo todas las noches. Pero eso es un secreto.

Y ha sido duro en todos los casos, porque no es fácil dejar marchar cuando hay amor.


Pero hubo amor. 


Probablemente lo haya, el amor no se rompe nunca, solo cambia de aspecto, muta en otra cosa que quizá ya no nos sirve, pero nunca muere.

Qué suerte de amor el que tuvimos. Los hay que no lo conocen y no lo conocerán nunca  y así no merece la pena vivir.

Y hay que vivir.

Probablemente,  si no decir adiós implica  tener que estar despidiéndote de quien eres en realidad, estás equivocándote. Si hay que elegir, elígete siempre a ti, si te tienes a ti, te podrás dar otra vez.

Duele como si te arrancaran la piel a tiras... pero hazlo, apuesta por ti.  Ve a por tu felicidad.

El otro ya te dirá adiós cuando esté listo. Se curará.

Y sonríe, porque hiciste algo grande, amaste, por eso duele tanto.

Qué suerte de amor. Coincidimos en la vida. Compartimos. Doy gracias por ello.


Caminemos. Que tengas un bonito paseo, quizá no tardemos mucho en volver a encontrarnos, quizá no volvamos a abrazarnos más. 

Siempre habrá lugar para ti en mi corazón.

Gracias por todo.
















lunes, 23 de marzo de 2015

Hablemos del mundo gayer.

Concretamente, centrémonos en los estilos del hombre homosexual que más se llevan.

Porque por alguna razón, que personalmente desconozco, los humanos tendemos a sentirnos identificados con  el otro, en ocasiones, mediante la estética.

Hoy, hablando con un amigo mío de perfil "gay-actor", me he ilustrado en el maravilloso mundo de la clasificación gayer.

Estereotipemos un rato, con humor y amor.

Pasen y vean...


 La musculoca.

Este tipo es el que más abunda en Hospitalet y en la Zona Hermética. O al menos, se persigue el ideal.
Pasan largas horas poniéndose potorrings en el gimnasio, fans de los bañadores Turbo y más amantes de las tarimas discotequeras, que del diccionario Espasa.
Viven la vida loca hasta que el cuerpo aguante y su vida roza el dramatismo de telenovela.
Yo estoy a favor de todo aquel que marque paquete. Por lo tanto, soy fan.


             Los Fayries

Esto es pa' mear y no echar gota. Me he quedado muerta investigando por Internet.
Pero, ¿esto?
Joder, lo que daría por poderle preguntar a alguno, qué le motiva de salir a la calle maquillado como Sissí de Austria.
Muy bien, eh? Por eso. Pero me da a mí que no me iba a llevar bien con un Fairy que no sea para lavar los platos. Iba a haber duelo de divas...





Los Leathers

Partiendo de la base de que este estilo me gusta porque van apretaditos...
Según he leído y me han explicado, suelen ser los más machotes dentro de la tendencia sexual, aquí no hay dramas, ni purpurina, ni pluma... un poco rollo, ¿no?

Reza internet que es un hombre hetero tipo que se siente atraído por otro hombre hetero tipo. Vaya, como diría mi abuela: " Aquí ninguno hace de chica, ¿no nena?"


 
                      Los Bear 

Bueno, bueno, bueno.... Este, sin duda, es mi gay favo.
Antes tenía un amigo oso, ahora se quiere convertir en musculoca, ya no mola tanto.

Es que son taaaan achuchables, tan pacientes, tan sensibles, tan cuquis... ¿quién no querría un amigo bear a quien poder preguntar si ese tejano te hace el culo demasiado gordo o si cree que tienes alguna posibilidad con tal chico?

Quiero un bear en mi vida YA.




El Andrógin@

Esto, si no lo sitúo en una cagada de la naturaleza en cuanto a la asignación del género, me cuesta.

En mi grandiosa época de mariliendres, cuando iba a Arenas varios todos los findes, conocí a algún sujeto andrógino, recuerdo uno en concreto, que siempre se agarraba los pectorales y decía "Ay tía, tengo los pezones como timbres de castillo", recuerdo que hablaban con mucha "s"... Alguna que otra vez recuerdo haberles preguntado si es que sentían que no tuvieran bien asignado el género, simplemente me decían que no. "Tía, yo esss que sssoy asssí, indefinido, sssoy morbo, tía."

La verdad es que no eran los más populares en los locales a los que yo iba, pero tenían su público, oye.


Y hasta aquí, una pequeña muestra del mundo. Tan ínfima como seres humanos hay. No deja de asombrarme lo únicos que somos y sin embargo, la necesidad de agruparnos y ponernos nombre que tenemos.

¿Y tú? ¿Qué clase de gayer eres?























jueves, 19 de marzo de 2015

Son sueños que son de verdad.



Hace tanto que sueño las mismas cosas...


Ni recuerdo cuándo fue la primera vez que soñé que me abría una cremallera vertical, desde la tripa hasta el cuello, y de ahí dentro salía yo, pero una yo de verdad. Sé que vivía en el pueblo por entonces, y del pueblo me mudé con ocho años, así que era un moscorrofio cuando me pillé manía.

Toda una vida buscándome, sabiendo que estoy aquí escondida, pero sin aceptarme ni por dentro ni por fuera.

¿Cómo es eso posible? ¿Cómo una persona no puede aceptarse?

Hoy he leído el blog de una chica transexual y, salvando las distancias, me he identificado con ella. 
Y es que yo no es que pensara que había nacido en un cuerpo equivocado, es que sentía equivocado todo mi ser. Me odiaba, me hacía bulling, incluso.

No hace mucho  me sorprendí a mí misma en el espejo, después de apañarme para salir a trabajar, diciéndome en voz alta "¡Anda hija, que estás más fea que una mierda!" Lo juro, dije eso. 
Me puse a pensar en lo autodestructiva que siempre fui. Es raro eso, porque se supone  que uno debe quererse mucho. Pues yo siempre fui de querer a los demás todo lo que no me quise a mí, curioso porque se dice que es preciso quererse uno mismo para poder querer a otro. Puede que quisiera mucho, pero no quisiera bien, no lo sé, si es así, Familia, Amigos, Amor: Lo siento.

Ahora estoy en rehabilitación.

Mi proceso empezó el día que vi partir a una persona que quiero mucho. Me di cuenta de que la vida es efímera y la muerte, caprichosa. Yo había deseado morir tantas veces dentro de mi tormento... 

Así que me propuse conocerme, cambiar lo cambiable, aceptarme y tirar con eso para conseguir ser feliz. ¿Eso que te dicen los psicólogos y todos los que te quieren al verte eternamente deprimida y que te entra por un oído y te sale por el otro? Eso mismo.

Le hice un par de promesas a mi tía sin sangre antes de que se marchara, en definitiva me comprometí a cuidar de mí. Y que dedicara un momento de los ratos que le quedaban en este mundo para pedirme aquello (que ya me lo había pedido tantísimas veces antes) lo sentí tan importante... Es la promesa más solemne que he hecho en mi vida y la más trascendental.

¡Muchas gracias, te quiero mucho!

Y en estos dos años me he dado caña. Me he conocido a fondo, me he dado rabia, he procurado cambiar lo que no me convencía, he aceptado lo que no tiene arreglo, ahora incluso adoro mis defectos, porque me conforman a mí, y es que en estos momentos me (como dice mi costilla)  superquiero.

Aún tengo recaídas, porque el mundo yonqui es muy así, hay que estar pendiente y no permitirte "un fea" ni de pensamiento. Ahora soy libre, porque ya no me juzgo, ni tampoco juzgo lo que los demás piensen sobre mí, ellos también son libres.

Ahora soy capaz de mirar mi cuerpo, sigue sin gustarme, por eso estamos en proceso de cambio y donde antes veía un motivo para no querer vivir, hoy veo esperanza, esfuerzo, posibilidades. A mi cuerpo le debo el camino que he trazado hasta ahora,  el haber dado cobijo amoroso a todos mis hijos, la fortaleza que me da para trabajar en cualquiera de mis proyectos y algún que otro gustirrinín, pa' qué nos vamos a engañar... Así que, gracias cuerpo gigante, te vas a quedar chiquitín y vamos a estar más cómodos los dos, ya verás.

Y creía que mi odio máximo hacia mi físico era de lo peor, pero todavía repelía más a mi interior. Odiaba odiarme, odiaba no poder dejar de pensar, odiaba considerar tanto a los demás, odiaba no tener fuerza de voluntad, odiaba tener tanta empatía que doliera, odiaba pensar que yo en realidad soy estúpida pero que interpreto muy bien, odiaba tener que tirar para adelante por cojones, odiaba empezar algo sabiendo que iba a terminar fatal, odiaba vivir esperando en lugar de ir a por lo que quería, odiaba sentir que no merecía nada, odiaba no ser capaz de reconocer y disfrutar un buen momento, odiaba al payaso  que se vestía de mí y salía a la calle cada día a arrancarle sonrisas a los demás, puto payaso de mierda...

Un día positivicé todos mis defectos, comprendí que son útiles si los uso bien y en ello estamos.

Ahora cuando me miro en una foto o en el espejo ya no me digo cosas feas, porque no me veo ni gorda, ni cutre, ni tonta, ni mentirosa, ni penosa, ni insulsa, ni fea, ni nada. Me veo feliz, porque he descubierto el secreto que la vida se negaba a contarme hasta que realmente estuviera preparada. Ahora sé que lo tengo todo, sé que merezco lo bueno y que tengo el mundo a mis pies.

He conseguido salir de la cremallera.  










martes, 17 de marzo de 2015

De suegras

Anoche, mientras M mamaba, adormilada junto a mí, me dio por pensar...

¿Cómo será cuando crezca? ¿a qué cosas dará prioridad en su vida? ¿ tendrá salud? ¿se sentirá realizada?¿será una persona feliz?

Oh, sí. De eso estoy segura  porque mi misión en la vida es dar el poder a mis hijos para que se hagan felices a sí mismos.

Y mientras esnifaba su pelito de bebé, me imaginé a alguien acompañándole de la mano en su edad adulta, paseando, contándose secretos al oído con cara de panolis...

De pronto una duda me asaltó, ¿cómo tiene que ser la persona que esté con M en el futuro?.

- Muy fácil, Davi, bonica, debe ser alguien que le haga todavía más feliz de lo que ella misma sea capaz.- Me contesté en mi tripolaridad nocturna.

Y me alegro de no creerme en derecho, ni mucho menos en la obligación de tener nada más que decir sobre la futura pareja de alguno de mis hijos.

Entonces, ¿qué se les pasa por la cabeza a esas pequeñas aprendices de bruja que algunos tenemos por suegras? Es algo que me intriga, oye.

Como soy tan cansinamente curiosa, he recopilado algunas experiencias suegrinuerís-tikas, que alguna camarada en la lucha me ha contado, sin poder evitar tener la vena de la sien hinchada como un tronco de lechuga mientras me narra, y es que eso es así, nos consiguen irritar, ahí nos ganan las muy p...oderosas.

Os hago el resumen, del resumen, del resumen, de algunas de sus lindezas.


"Mi suegra, las pocas veces que me ha regalado algo, me lo ha envuelto con tiritas, esparadrapo y vendas."

¿Por qué? Esto solamente tiene una explicación: La mujer te desea muchísima salud, además de ser una máquina con el reciclaje... Ahora en serio, vejaciones sutiles. Le apetece que captes el mensaje de que tú para ella no eres nada.
Consejo: Recibe el mojón (seguramente de segunda mano) que te haya regalado y dile muy educadamente "Señora vieja: esta puta mierda que usted me trae, la devuelva usted al container donde la recogió, y si se anima, deposítese también usted misma ¡EN ORGÁNICO!" Todo esto con una sonrisa hermosa en los labios y bajito, que se acojonan más.


"Mi suegra le dice a mi hija que le llame mamá"

A este otro espécimen, no hay que hacerle de menos. Del latín suegrishijaputis, suelen habitar en lugares próximos al tuyo, desgraciadamente. Se jactan de ser abuelas dedicadas y bondadosas, de las que siempre tienen arroz con leche casero en la nevera; le compran calcetines negros a su hijo en el mercadillo; incluso cuando vas a comer, se acuerda de hacerte ese postre favorito que de tu boca jamás ha salido que lo sea...
Consejo: Comprarle un reborn y vestirlo del S.XVIII, a ver si pilla la indirecta, la tía esquizo.

"Mi suegra duerme sobre una toalla encima de la sábana, cuando se queda en mi casa"

Aquí la cosa empieza a ponerse interesante. Te enfrentas a una contrincante con una gran fortaleza mental y unos cojones más generosos que el Toro de Osborne. ¡Qué manera más poética de llamarte guarra! La adoramos. 
Probablemente la señora sea más puerca en su casa que la Sra. Pig, pero viene a la tuya a soltarte puyitas tales como "Uy, cielo, si que vas liada, ¿no? como no tienes tiempo para dedicarle a la casa..." La misma que cuando te giras un momento, te abre cajones y armarios para encontrar algo sobre lo que poder criticarte a gusto con su compañera habitual en los asientos del autobús de línea.
Consejo: El primero y más importante es que evites que vuelva a hacer noche en tu casa, nunca. El segundo es tener preparada la réplica a tu falta de tiempo para los quehaceres domésticos "Señora vieja: pues verá, no limpio más porque su hijo me dice que total, ya se crió en la mierda, así que si no lo hago pues como que se le hace más hogar, además tampoco su niñito me deja mucho tiempo entre pollazo y pollazo :)"

Y bueno, las hay peripuestas, reinas del mercadillo, rechonchitas abnegadas, las que usan el chantaje emocional constantemente "que si estoy enferma, que si estoy sola, que si me voy a morir..." Existen también las que pasan de todo porque se han separado o han enviudado y están en modo vida loca, estas son las mejores, como mucho tendrás que ir al calabozo a por ella alguna vez o pelearte con Movistar para que le quiten la suscripción a algún timo de éstos de contactos pornis al que se haya apuntado con un sms, nos gusta este tipo de suegra. Contrariamente, está la que pese a tener más hijos conviviendo en casa, se centra en tocarte los huevos a ti, esta no suele tener ni una amiga (excepto la señora con la que coincide en el autobús) porque esta es mala como el demonio, conviene alejarse de este ser lo que más puedas porque su maldad NO SE DIVERSIFICA, se centra en ti, y ya como se crea con poderes sobrenaturales, como una que yo me sé... vas dao.


Afortunadamente, las suegras diabólicas están en peligro de extinción. Cada vez abundan más las que no tienen patologías psiquiátricas, las que quieren a sus hijos y son felices si ellos lo son. Si tienes una buena suegra, cuídala y sigue la tradición con tu nuera y con tu yerno.  
Pero si tú también tienes a una bruja de éstas en tu vida, no seas egoísta y comparte tus bellas experiencias, podemos cagarnos en su estirpe, echar unas risas y recordar lo miserables que son mientras nos entregamos al fornicio con el niñito de sus ojos...

¡¡¡¡Chincha rabiña!!!!








jueves, 12 de marzo de 2015

La otra orilla.

Hace casi un año me he reenamorado, no sé si el término es correcto, o si existe, el caso es que cuando ya pensaba que estaba todo perdido, me volví a enamorar del mismo hombre.

Un día me levanté y todo se había ido a la mierda. Morí de miedo al sentir que no sentía nada. No tuve sensación de que aquello se estuviera muriendo poco a poco, con lo que el susto fue importante.

Estaba tan ocupada criando un bebé chiquitín, acompañando en sus aventuras a mi otro gremlin, buscando trabajo, haciendo un mega-curso para crecer profesionalmente, sacándome el carné de conducir, luchando con los del banco, centrándome en salir adelante... que no me di cuenta de que estábamos dejándonos atrás.

Aquella mañana desperté sobresaltada antes de que sonara la alarma del móvil y al verlo allí, a mi lado, no lo reconocí, lo sentía extraño, incluso recuerdo que me desagradó que estuviera.

¡Menuda perra traidora! ¿Cómo podía haberme desenamorado?

¡Ay joder! Qué paranoia más grande. Aquello era una tristeza sin fin.

Los días siguientes fueron de mal en peor. Él no sabía qué me pasaba, pero no me preguntó hasta que la cosa ya rozaba el modo culebrón venezolano. Y a mí me repateaba los higadillos que fuera capaz de vivir y que para él sí hubiese aire, porque yo no podía respirar.

Supongo que me asfixiaba lo que no decía por miedo, no quería verbalizarlo con la idea de no materializarlo, no me sentía capaz de hacer frente a algo así.

Y yo, que no veo barreras en los desacuerdos y que todo me parece superable, sentía que aquello no tenía solución alguna.

Él quería hablar pero a mí no había nada que me pareciera que pudiera decir para arreglarlo. No sentía amor y yo no puedo vivir sin amor.

A esta horrible sensación se le unía la preocupación por él, la culpa, la impotencia, el miedo.

Pasaron dos semanas y yo seguía durmiendo en el sofá, era incapaz de compartir la cama. Él trataba de hablarme, yo sólo lloraba y lloraba.
En uno de esos días me atreví a decirlo, fue muy difícil porque vi en sus ojos el daño que le estaba haciendo.
Me dijo que si yo iba a ser feliz me dejaba marchar, pero que si había la más mínima posibilidad, le dejara intentar reconquistarme.

A priori lo vi claro, no había nada que hacer, pero pensé que la relación merecía un  intento.

Y seguí acampada en el salón unos días más a la espera de una señal divina, o yo qué sé...

Una noche me preguntó si nos tomábamos un té juntos, eran las tres de la madrugada. Ninguno de los dos podía dormir. 

Accedí.

Lo que empezó con una triste infusión, terminó con los dos partidos de risa, llenando de carcajadas la cocina. No me acordaba de lo geniales que éramos los dos juntos. No me acordaba de la última vez que habíamos tenido la oportunidad de compartir unas risas a solas. Se me había olvidado el nosotros.

A la mañana siguiente volví a despertarme antes de que sonara la alarma del móvil, como tres semanas antes.
Entonces lo vi pasar hacia la cocina a hacerse el café y en mi estómago volví a sentir las dichosas mariposas que necesito para vivir. 

Morí de alegría, como cuando vuelven las constantes después de un momento de encefalograma plano.

Y desde entonces, señoras y señores, ha sido imparable, y si con veinte años nos enamoramos, en la treintena nos hemos vuelto locos el uno por el otro y si hay algo que aprendí, es que no hay que dar nada por hecho, que hay que cuidar la pareja y la parcela personal que destinamos a ser el compañero del otro. Que nunca hay que dejar de reír, ni de compartir.

Así que como dice Rosana, conseguí volver de la otra orilla, porque resultó que mi amor no estaba muerto, estaba de parranda.





martes, 10 de marzo de 2015

Guarradaspuntocom


VIERNES.

Hoy me apetece hablar de cerdadas.

Momentazos de la vida en los que te das cuenta de que te la han pegado pero bien. Que te quedas con una cara de gilipollas épica.

Mientras escribo, veo como le abren la puerta de una sala destinada a reuniones de equipo a una tipa que posiblemente me sustituya a mí. Totalmente de estrangis in de nait.

Es hermoso.

Hermoso es haber comido hace tres horas con mi jefa directa, habernos reído, haber hablado de las vacaciones de verano, de planes. Incluso nos hemos echado las cartas del tarot entre risas, yo he preguntado si iba a continuar en la empresa en el mes de mayo, porque me renuevan de mes a mes y este de marzo ya me lo iban a renovar...

Me ha podido mirar a la cara, incluso hemos comentado el resultado de la lectura de las cartas que indicaban que sí iba a continuar. ¡Qué máquina de tía!

¿Cómo ha podido?

Yo sería incapaz de mirar a los ojos a alguien que te habla con ilusión de algo, que sabes secretamente, no va a continuar viviendo.

Siento que me han partido el corazón. No era necesario. Ha sido muy feo.

También es hermoso que el lunes termine mi contrato actual y que, aunque hace una semana me dijeron que me renovaban "de palabra", ahora no tenga ni  idea de qué va a ser de mi vida después del fin de semana. 
 
"Have a nice weekend"  Me dice el último cliente de la tarde, por teléfono desde Omán. 
"Tu puta madre",  le contesto mentalmente.

Melodrama davinís-tico modo ON.


SÍMIL ABSURDO QUE SE ME HA OCURRIDO.

Pongamos que esto no es una relación contractual (bastante irregular, por cierto).

Pongamos que es una relación entre dos personas, en la que el otro integrante dice "quiero que estés conmigo, pero desde hoy te dejo claro que será únicamente por un mes".
Accedes porque el tío está tremendamente bueno y además te estimula intelectualmente.

Al acabar el mes, te pide continuar otro más. Ahí ya las cosas se ponen raras, comienzas a no ser demasiado dueña de tu futuro, ahora la continuidad de la relación la va determinando él. No sabes si eso te acaba de hacer sentir cómoda, pero no tienes otro macizo a la vista, así que accedes.

En el tercer mes te presenta a sus amigos, encajas perfectamente y la cosa continúa.

Durante el quinto, tú ya lo tienes completamente integrado en tu vida y te permites ilusionarte, cada vez que se aproxima el fin de vuestro acuerdo, te entra el telele, pero cuando lo prorroga, te enamoras un poco más de él.

En el mes seis un día te habla de otra persona, te acojonas hasta límites insospechados, sufres lo indecible, pero el caso es que finalmente esa persona termina desapareciendo, te quedas tú.

Es inevitable ilusionarte, pensar que  cambiará de opinión porque sabes que tú eres la mejor opción, te dejas llevar por la alegría de que te haya escogido a ti y empiezas a dibujar corazones con vuestras iniciales dentro.


Un día del séptimo mes decide presentarte a sus padres, crees que es un poco demasiado para ti pero accedes en pos de demostrar tu grado de implicación en esto. Aunque te supone una gran ansiedad, y ya tienes bastante con vuestra incierta relación y con conocer a todos sus amigos.


Ese día te lleva a comer con ellos. Es difícil, estás tensa, insegura, pero lo superas.

Por la tarde vas a su casa, abres la puerta con las llaves que te dio el primer día de vuestro acuerdo, levitando de felicidad sobre nubes de azúcar, dispuesta a empezar a relajarte, porque ese chico que tanto te gusta ha entrado en razón, por fin.

Y todo es maravilloso en tu país de la piruleta, hasta que te lo encuentras follándose a otra, cual ñu en celo, en la misma cama donde dormía contigo.

Pongamos que entonces llegamos a la conclusión de que el muchacho se ha comportado como un hijo de puta, hubiera sido más sencillo decirte que estaba conociendo a otra, ser sincero. Decir la verdad siempre es la mejor opción, la más sana para todo el mundo.

Tú tampoco has andado corta de culpa, pues aunque con los meses se iban difuminando los términos del primer acuerdo, ahí estaban. Era una posibilidad, ¡¡¿para qué te enamoras?!!


Pues porque eres humana.

Las cosas se pueden hacer bien, normalmente cuesta más, pero merece la pena el resultado, se minimizan los daños y evitas que maldigan a toda tu estirpe.


LUNES.

Tras dos días buenos de reflexión, y gracias a mi recién adquirida habilidad para meterme dentro de mi mente y de mi alma y coser las heridas, hoy he vuelto al trabajo con una sonrisa de esas tan grandes como las monedas antiguas de cinco duros.

Cuanto más sonrío, más buenas son las caras de desconcierto de mis compañeros, los mismos que me vieron el viernes hecha un cuadro de Picasso, tras el shock.

Y más me divierto.

Y es que no hay nada como sentir que tienes el poder, que has decidido que ya no permites que otros elijan, porque tú te eliges a ti.

Así que estoy incluso emocionada pensando en las nuevas aventuras que me aguardan. Planeando los pasos a seguir para hacerlo muy, muy bien. Reflexionando lo que me llevo: de aquí salgo mucho más avispada, con mejores recursos, mejor formada; y todo esto pienso regalárselo a la próxima empresa que me dé la oportunidad de desarrollarme con ellos.

Ya no espero. Ahora yo decido.





jueves, 5 de marzo de 2015

Naíf

Dice la Wiki, máximo exponente de la sabiduría mundial:

"La denominación naíf (del francés naïf, 'ingenuo') se aplica a la corriente artística caracterizada por la ingenuidad y espontaneidad, el autodidactismo de los artistas, los colores brillantes y contrastados y la perspectiva acientífica captada por intuición. En muchos aspectos, recuerda (o se inspira) en el arte infantil, muchas veces ajeno al aprendizaje académico."

Yo digo que D es un tío muy naíf. Una persona tremendamente especial, es diferente, genuino, posee una gran inteligencia emocional, es curioso, quiere mucho y quiere muy bien, es original y único. 
Yo digo que D es mágico.

Vivimos en un mundo en el que está mal visto ponerse una capa y jugar a ser un héroe por la calle o calzarse un gorro de Minion y unas gafapasta sin cristales de color amarillo para ir al dentista.
Sin embargo vivimos en un mundo en el que nos vemos obligados a jugar a ser quienes realmente no somos todos los días y a vestir como "se lleva".

Y, ¿cuándo va a estar de moda ser uno mismo?

Dicen que D no concibe el mundo tal y como es. 

¿Cómo es el mundo? ¿Como tú lo ves? ¿Como te han dicho que es?

Vemos el vestido negro y azul, nos dicen que es blanco y dorado y nos cagamos vivos. ¡Psicosis máxima e histeria colectiva! Estamos enfermos porque percibimos o sentimos las cosas de una manera distinta a la mayoría.

Mientras tanto, D es (porque lo dice muchas veces) muy feliz.

Sin embargo percibe el miedo y la impotencia que sus padres, el resto de su familia o su maestra sienten hacia su peculiaridad. Y él simplemente "se siente chuli" y no sabe muy bien qué tiene de malo ser como es. Y es que sus padres tratan de educarle en la diversidad, la comprensión y el respeto, hacia uno mismo, en primer lugar.

Pero tienen que aprender antes de enseñar. Afortunadamente D es un grandísimo maestro para sus padres.

¿Qué haríamos si alguien pretendiera cortar las piernas a un niño, porque ya nadie más caminara sobre La Tierra? ¿por qué permitimos que los cuadriculen? ¿por qué participamos de que no se les deje ser niños?
La fantasía y la imaginación son dones que no deberían arrebatarse nunca, y no son menos valiosos que unas piernas por el hecho de no ser tangibles.

D inventa máquinas, las bautiza a todas terminando en 3.000, D ve letras en las baldosas del baño y le gusta formarlas con zanahorias, D reconoce varios instrumentos dentro de una melodía.
Pero no le gusta estar mucho rato sentado, tiene mucho que hacer y muy rápido. A veces no le interesan las cosas de su edad, otras, se repite hasta la extenuación con algo que le interesa muchísimo, pero claro, no es de su edad o no es la manera normal de exteriorizarlo.

Y lo desconocido nos da miedo.

Tristemente, a algunos mayores se nos ha olvidado la magia, la ingenuidad, hemos perdido nuestra capacidad intuitiva y nos sentimos más cómodos separando lo estándar de lo que no lo es. Y luego etiquetamos.

Y D ya tiene su etiqueta, ello condiciona irremediablemente la manera en la que los demás interactúan con él. Si dice una palabra que no toca, no es posible que haya hecho una asociación de ideas, es que es un niño enfermo. Si reclama la atención de alguien bajándose la ropa interior, no es que simplemente no sepa cómo hacerlo o que le parezca una idea fantástica en ese momento, es que es un niño enfermo.
Y temo que esto pueda llegar a alterar la percepción que tenga sobre sí mismo, que empiece a verse a través de los ojos de los demás y pierda su esencia por el camino. Que D se convierta en uno más del redil.

Qué pena de mundo en el que no se concibe la diferencia como algo natural, como algo bello.
Yo quisiera dejarme llevar por la manera de ver la vida de D, si lo racionalizo me asusto, pero moriría por verme ese mismo brillo en los ojos, por sentir ese entusiasmo por la vida que sólo es posible cuando sientes que tienes el poder de vivirla como te dé la gana, por saberme poderosa porque puedo  ir y volver de mi Narnia particular cuando me apetezca.

D lleva la mitad de su vida en terapia, cuadriculándose, pero no han podido con él. Ha aprendido a saber estar, para que le dejen tranquilo. Pero a mí no me engaña, porque sé ver a través de su mirada, y veo su mundo de colores brillantes.

Antes soñaba con acercarlo a nuestra realidad, ahora me quiero ir a la suya, con él. 
Será nuestro secreto, él me regala unos pocos polvos mágicos y yo le acompaño y le ayudo a crecer dentro de su naturaleza, siendo fiel a sí mismo, manteniendo lo que le hace único.

El ser más especial y mágico que he conocido nunca.



                                                                                                Artista: Carolina Cuadrillero.






martes, 3 de marzo de 2015

Sentido y poca sensibilidad.

Cuando abultaba poco más que un protozoo, yo ya asumía la maternidad como algo de lo que tenía que huir.

Fui una niña deseada, digamos que en una escala de 0 a 10, - 312 o así. 
Siempre escuchando que mi madre había dejado de vivir su vida por tenerme a mí, que tuviese cuidado de no joder la mía trayendo niños al mundo tan joven. Recuerdo que era bien, bien pequeña, y mi abuela me decía "tú haz lo que quieras, pero el puntico, bien cerradico" ¡Jajaja! No tenía ni idea de lo que me decía, lo entendí mucho después. Pero viendo lo críptica que es con el tema de la educación sexual, no me sorprende que su hija tuviera un embarazo no deseado...

¡Ni que yo tuviera la culpa de que la mía hubiese sido madre adolescente! Ni siquiera creo que fuera su culpa.

De hecho, a día de hoy creo que la culpa no es tal, porque la culpa es la incriminación de un acto negativo, y hoy sé que dar vida es el acto más generoso y bueno que pueda existir.

Cuando escribía la carta a los Reyes Magos, pedía siempre ser negra. ¡Dios, hubiera matado por ser negra!

A los 8 años, cuando por fin me cosqué de que la piel solo le cambia de un día para otro a Michael Jackson, y coincidiendo con mi primera regla,  empecé a pedirles a los Reyes una ligadura de trompas. Sí, lo sé...

Siempre he sido una tía muy previsora y extremadamente responsable. Y no me gusta fallar a nadie. Confiaban en que no iba a "repetir los errores de mi madre". Con lo que tenía claro que no iba a ser madre nunca, por elección propia. Pero era mentira podrida, no lo había elegido yo.

Tengo que decir que mi pobre madre nunca me dijo que se arrepintiera de habernos tenido, ni que añorara lo que no vivió por tenernos tan joven. Personalmente creo que este malestar que he arrastrado tantos años, ese sentimiento de culpa, lo adquirí en el vientre materno. Así que no lo ha causado nadie.

Recuerdo que cuando cumplí los 18 años, me abracé a mí misma por haber conseguido ser mayor de edad sin tener un hijo, ¡joder, ni  que los bebés fuesen champiñones!

A los 20 conocí a mi costilla, un hombre nacido para ser padre, un hombre al que a los dieciocho segundos de conocer, le dejé clarinete que yo no iba a tener hijos jamás...

Y ¡qué de vueltas da la tortilla! 

Pasados unos años nos casamos y a los 25 nació en mí un instinto maternal que daba miedo, era como la necesidad de comer chocolate cuando tienes la regla, pero en cantidades industriales. 
Por aquel entonces yo ya me había reconciliado conmigo misma, con mi madre, con los anticonceptivos inexistentes y decidí ser madre.

Durante 18 meses no pasó nada, entonces me empecé a cagar en el Karma y en mí por haber sido tan bocazas y haber deseado en mi fuero más íntimo no ser madre. 
Lloraba todos los meses un mar entero por los bebés que no llegaban.

Hasta que me quedé embarazada. 

C nunca llegó a nacer con vida, pero le dio sentido a la mía. Supe lo que es sentir el amor más inconmensurable, la plenitud pero también la pena más extrema. Comprendí que un hijo jamás puede privarte de vivir, porque es la vida en sí mismo. Un hijo solo puede sumar.

Así, que mi bebé C, me hizo madre, una madre con los brazos vacíos, pero madre. Y como todos los hermanos mayores, allanó el camino a sus hermanitos pequeños. Me preparó para ellos.

Y más tarde llegaron D y M, V también se nos quedó por el camino.

Bebés rechonchitos que te enchufan en un segundo, toda la sabiduría emocional del Universo, sin USB ni nada. Personas que han tenido la suerte de tener una madre que les adora por encima de todas las cosas, y yo, la inmensa fortuna de haber sido elegida por ellos, por los cuatro, que me enseñan a ser mejor todos los días y que me recuerdan lo preciosa que es la vida.

Así que, ¿qué puedo decir? Gracias mamotis, por haberme dado la vida para yo podérsela dar a los míos, gracias Reyes Magos por no haber cumplido todos mis deseos y gracias pegotes de mami porque hoy sé que nací para vosotros, para ser vuestra madre y eso me hace muy feliz.

Espero estar a la altura...