martes, 10 de febrero de 2015

Declaración de intenciones.

Uno de mis recuerdos más antiguos es  totalmente sensitivo. 

El estómago como el caldero de una bruja piruja, opresión en el pecho y la cabeza a punto de estallar. La necesidad de decir y no poder.

Toda la vida reprimiendo a Davínia la temperamental, la defensora de las causas perdidas, la tauro, la que habla mucho, la que todo lo quiere saber, la contestona, la que quiere llamar la atención constantemente, la que lo deja todo a medias...

Reprimiéndome ellas, reprimiéndome yo. 

Haciéndome más pequeña, y con ello, cada vez más y más grande (pero esa es otra historia) hasta que se me ocurre fabricar una enorme cremallera.

Mi cremallera, mi colega transparente, la que me protege de todo, la que me guarda de los malos y me esconde.

La misma que hoy empieza a molestarme.

En este blog te voy a contar el proceso por el que he pasado hasta que he entendido que hay que romperla,  mi plan infalible (no tengo ni pajolera idea...) para llevar a cabo mi misión, y  lo que encontraremos dentro.

Así que si te quedas, prometo reflexión, risas, quejas reivindicativas, surrealismo, fanatismo desmedido, momentos erótico-festivos y  un poco de melodrama (me encanta el drama).

Descubriremos juntos todas las historias que guardo bajo mi cremallera.







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