jueves, 19 de febrero de 2015

De canibalismos

Toda mi vida he escuchado en casa  que son eminencias y que hay que tenerles respeto y admiración total e incondicional. En mi familia los profesionales de la sanidad son pseudo-dioses.

Y con esas referencias creces, habiendo interiorizado que no hay nada que decir: ellos tienen razón y tú no, ellos son grandes y tú pequeño.

Al hacerte mayor, si eres una persona medianamente reflexiva y estás en el mundo, y no solamente pasas por la superficie de las cosas, descubres que son tus padres los que ponen los regalos bajo el árbol y que los médicos y los enfermeros son personas normales.

Resulta que tienen en sus manos un poder y a la vez, una responsabilidad muy grande y con ellos, pueden darte la vida pero también amargártela para siempre.

Precisamente estas personas, han nacido, han llorado, les ha salido un grano en la punta de la nariz, son felices, hacen caca, han estudiado como cabrones...

¿Qué les ha pasado a muchos de ellos? ¿Han perdido la magia? ¿La sintieron alguna vez? ¿Va con el título la deshumanización?

Algunos profesionales han perdido a la persona que habitaba en ellos. Pobres.

Cuando perdí a mi primer hijo, conocí la discapacidad emocional, me la presentaron en el hospital. Un señor muy listo, un señor "más que yo", una eminencia, me dijo en pleno proceso que no llorara, que no había para tanto, que si tuvieran que nacer todos los niños de todos los embarazos, no cabríamos en el mundo.

Esas palabras no dejaban de sucederse en mi cabeza durante la depresión que me acompañó en el año que siguió a lo ocurrido.

Ese hombre discapacitado emocional, me hirió profundamente desde su posición de poder, desde su profesionalidad, pero a él no se le cuestiona porque tiene estudios reglados.

Pero... ¡Vaya, vaya! Resulta que de pronto mujeres, como yo, dejan de bajar la cabeza, empiezan a informarse, creen que tienen un poquito que decir al respecto de lo que se va a hacer a su cuerpo y a su alma.

"¡Horror! ¡Que se nos desmonta el tinglao! Mmmmmm.... ¡Brujas!"

Es que debe dar miedito que una paciente (con su nomenclatura ya lo dice todo) abra la boca y pregunte algo a lo que no sepamos responder. El leñazo desde el pedestal puede ser de tres pares.Y si ya la muy loca se asesora, pide una segunda opinión y te lleva la contraria...

Brujas.

Existen mujeres (y me consta que un hombre), que no han estudiado medicina, obstetricia, no son auxiliares, ni enfermeras, ni tampoco psicólogos. Pero resulta que tienen algo, una característica innata, ultra-valiosa y en peligro de extinción: EMPATÍA.

Y es que hay momentos en la vida en los que necesitamos que alguien nos diga "confía en ti" y ellas lo saben, ellas saben tantas cosas que no se pueden describir con palabras...

En mi caso, tengo una familia que me quiere incondicionalmente, tengo amigos que son hermanos sin sangre y tengo un compañero que me hace sentir que a veces el amor puede ser tan grande que debería estar escrito con hache, purpurina y unicornios vomitando arcoiris.

Pero yo necesitaba otra cosa, no sabía qué ni quién, sabía cómo me quería sentir.
Nuestra Mary Poppins apareció mágicamente en el embarazo de mi hija, mi cuarto embarazo, mi (esperaba) segunda hija conmigo.

Me escuchó, me hizo reflexionar, me dio poder, el mismo que yo ya tenía pero que no sabía que aún estaba en mí, sentí que alguien por fin comprendía el dolor de mi alma y lo respetaba, me acompañó a la perfección y nunca más he vuelto a sentirme sola. Porque me he recuperado a mí. 

¿Debo exigir a mi familia su ayuda cuando ni ell@s  han superado su propio dolor?
¿Se lo pido al gine, que ni me mira a los ojos en los 3 minutos de consulta trimestrales?
¿A mi psicólogo, que no sabe el miedo que supone la posibilidad de que tu hijo no llegue a nacer?
¿Me apaño yo sola, que soy una campeona?

Pues oiga, no. 

Las Doulas existen para llenar ese vacío que nadie más puede, nadie excepto tú mismo. Ellas hacen algo tan simple y a la vez tan enorme como es  acompañarte en ese catártico y necesario proceso.

Ojalá nos acostumbremos a hablar con sabiduría, a tener un criterio propio fundamentado, a no herir gratuitamente, porque la única etiqueta que una  Doula merece es "magia", como todas las cosas que se hacen con amor.











4 comentarios:

  1. Gràcies per aquest post Davínia. I gràcies per escriure. No et sabia aquesta faceta. M'agrada. I molt! Em quedo :)

    ResponderEliminar
  2. Quizás porque Doula no sea solo una profesión, si no una VOCACIÓN!
    Gracias!

    ResponderEliminar

¿Qué te cuentas?