martes, 3 de marzo de 2015

Sentido y poca sensibilidad.

Cuando abultaba poco más que un protozoo, yo ya asumía la maternidad como algo de lo que tenía que huir.

Fui una niña deseada, digamos que en una escala de 0 a 10, - 312 o así. 
Siempre escuchando que mi madre había dejado de vivir su vida por tenerme a mí, que tuviese cuidado de no joder la mía trayendo niños al mundo tan joven. Recuerdo que era bien, bien pequeña, y mi abuela me decía "tú haz lo que quieras, pero el puntico, bien cerradico" ¡Jajaja! No tenía ni idea de lo que me decía, lo entendí mucho después. Pero viendo lo críptica que es con el tema de la educación sexual, no me sorprende que su hija tuviera un embarazo no deseado...

¡Ni que yo tuviera la culpa de que la mía hubiese sido madre adolescente! Ni siquiera creo que fuera su culpa.

De hecho, a día de hoy creo que la culpa no es tal, porque la culpa es la incriminación de un acto negativo, y hoy sé que dar vida es el acto más generoso y bueno que pueda existir.

Cuando escribía la carta a los Reyes Magos, pedía siempre ser negra. ¡Dios, hubiera matado por ser negra!

A los 8 años, cuando por fin me cosqué de que la piel solo le cambia de un día para otro a Michael Jackson, y coincidiendo con mi primera regla,  empecé a pedirles a los Reyes una ligadura de trompas. Sí, lo sé...

Siempre he sido una tía muy previsora y extremadamente responsable. Y no me gusta fallar a nadie. Confiaban en que no iba a "repetir los errores de mi madre". Con lo que tenía claro que no iba a ser madre nunca, por elección propia. Pero era mentira podrida, no lo había elegido yo.

Tengo que decir que mi pobre madre nunca me dijo que se arrepintiera de habernos tenido, ni que añorara lo que no vivió por tenernos tan joven. Personalmente creo que este malestar que he arrastrado tantos años, ese sentimiento de culpa, lo adquirí en el vientre materno. Así que no lo ha causado nadie.

Recuerdo que cuando cumplí los 18 años, me abracé a mí misma por haber conseguido ser mayor de edad sin tener un hijo, ¡joder, ni  que los bebés fuesen champiñones!

A los 20 conocí a mi costilla, un hombre nacido para ser padre, un hombre al que a los dieciocho segundos de conocer, le dejé clarinete que yo no iba a tener hijos jamás...

Y ¡qué de vueltas da la tortilla! 

Pasados unos años nos casamos y a los 25 nació en mí un instinto maternal que daba miedo, era como la necesidad de comer chocolate cuando tienes la regla, pero en cantidades industriales. 
Por aquel entonces yo ya me había reconciliado conmigo misma, con mi madre, con los anticonceptivos inexistentes y decidí ser madre.

Durante 18 meses no pasó nada, entonces me empecé a cagar en el Karma y en mí por haber sido tan bocazas y haber deseado en mi fuero más íntimo no ser madre. 
Lloraba todos los meses un mar entero por los bebés que no llegaban.

Hasta que me quedé embarazada. 

C nunca llegó a nacer con vida, pero le dio sentido a la mía. Supe lo que es sentir el amor más inconmensurable, la plenitud pero también la pena más extrema. Comprendí que un hijo jamás puede privarte de vivir, porque es la vida en sí mismo. Un hijo solo puede sumar.

Así, que mi bebé C, me hizo madre, una madre con los brazos vacíos, pero madre. Y como todos los hermanos mayores, allanó el camino a sus hermanitos pequeños. Me preparó para ellos.

Y más tarde llegaron D y M, V también se nos quedó por el camino.

Bebés rechonchitos que te enchufan en un segundo, toda la sabiduría emocional del Universo, sin USB ni nada. Personas que han tenido la suerte de tener una madre que les adora por encima de todas las cosas, y yo, la inmensa fortuna de haber sido elegida por ellos, por los cuatro, que me enseñan a ser mejor todos los días y que me recuerdan lo preciosa que es la vida.

Así que, ¿qué puedo decir? Gracias mamotis, por haberme dado la vida para yo podérsela dar a los míos, gracias Reyes Magos por no haber cumplido todos mis deseos y gracias pegotes de mami porque hoy sé que nací para vosotros, para ser vuestra madre y eso me hace muy feliz.

Espero estar a la altura...



2 comentarios:

  1. ;) que bonito! Si es que cuando no tienes hijos la vida tiene sentido... pero bah, bah. Pero cuando eres madre... es que todo cobra razón de ser, todo tiene sentido, todo mola! Yo sí quería ser mamá pero no tan pronto... y estoy tan feliz de que mi hija se plantase en mi camino en ese preciso momento. Ay! amor de madre a tope!

    ResponderEliminar
  2. Qué gran honor, Irene! Gracias por leerme. Besotes!

    ResponderEliminar

¿Qué te cuentas?