jueves, 19 de marzo de 2015

Son sueños que son de verdad.



Hace tanto que sueño las mismas cosas...


Ni recuerdo cuándo fue la primera vez que soñé que me abría una cremallera vertical, desde la tripa hasta el cuello, y de ahí dentro salía yo, pero una yo de verdad. Sé que vivía en el pueblo por entonces, y del pueblo me mudé con ocho años, así que era un moscorrofio cuando me pillé manía.

Toda una vida buscándome, sabiendo que estoy aquí escondida, pero sin aceptarme ni por dentro ni por fuera.

¿Cómo es eso posible? ¿Cómo una persona no puede aceptarse?

Hoy he leído el blog de una chica transexual y, salvando las distancias, me he identificado con ella. 
Y es que yo no es que pensara que había nacido en un cuerpo equivocado, es que sentía equivocado todo mi ser. Me odiaba, me hacía bulling, incluso.

No hace mucho  me sorprendí a mí misma en el espejo, después de apañarme para salir a trabajar, diciéndome en voz alta "¡Anda hija, que estás más fea que una mierda!" Lo juro, dije eso. 
Me puse a pensar en lo autodestructiva que siempre fui. Es raro eso, porque se supone  que uno debe quererse mucho. Pues yo siempre fui de querer a los demás todo lo que no me quise a mí, curioso porque se dice que es preciso quererse uno mismo para poder querer a otro. Puede que quisiera mucho, pero no quisiera bien, no lo sé, si es así, Familia, Amigos, Amor: Lo siento.

Ahora estoy en rehabilitación.

Mi proceso empezó el día que vi partir a una persona que quiero mucho. Me di cuenta de que la vida es efímera y la muerte, caprichosa. Yo había deseado morir tantas veces dentro de mi tormento... 

Así que me propuse conocerme, cambiar lo cambiable, aceptarme y tirar con eso para conseguir ser feliz. ¿Eso que te dicen los psicólogos y todos los que te quieren al verte eternamente deprimida y que te entra por un oído y te sale por el otro? Eso mismo.

Le hice un par de promesas a mi tía sin sangre antes de que se marchara, en definitiva me comprometí a cuidar de mí. Y que dedicara un momento de los ratos que le quedaban en este mundo para pedirme aquello (que ya me lo había pedido tantísimas veces antes) lo sentí tan importante... Es la promesa más solemne que he hecho en mi vida y la más trascendental.

¡Muchas gracias, te quiero mucho!

Y en estos dos años me he dado caña. Me he conocido a fondo, me he dado rabia, he procurado cambiar lo que no me convencía, he aceptado lo que no tiene arreglo, ahora incluso adoro mis defectos, porque me conforman a mí, y es que en estos momentos me (como dice mi costilla)  superquiero.

Aún tengo recaídas, porque el mundo yonqui es muy así, hay que estar pendiente y no permitirte "un fea" ni de pensamiento. Ahora soy libre, porque ya no me juzgo, ni tampoco juzgo lo que los demás piensen sobre mí, ellos también son libres.

Ahora soy capaz de mirar mi cuerpo, sigue sin gustarme, por eso estamos en proceso de cambio y donde antes veía un motivo para no querer vivir, hoy veo esperanza, esfuerzo, posibilidades. A mi cuerpo le debo el camino que he trazado hasta ahora,  el haber dado cobijo amoroso a todos mis hijos, la fortaleza que me da para trabajar en cualquiera de mis proyectos y algún que otro gustirrinín, pa' qué nos vamos a engañar... Así que, gracias cuerpo gigante, te vas a quedar chiquitín y vamos a estar más cómodos los dos, ya verás.

Y creía que mi odio máximo hacia mi físico era de lo peor, pero todavía repelía más a mi interior. Odiaba odiarme, odiaba no poder dejar de pensar, odiaba considerar tanto a los demás, odiaba no tener fuerza de voluntad, odiaba tener tanta empatía que doliera, odiaba pensar que yo en realidad soy estúpida pero que interpreto muy bien, odiaba tener que tirar para adelante por cojones, odiaba empezar algo sabiendo que iba a terminar fatal, odiaba vivir esperando en lugar de ir a por lo que quería, odiaba sentir que no merecía nada, odiaba no ser capaz de reconocer y disfrutar un buen momento, odiaba al payaso  que se vestía de mí y salía a la calle cada día a arrancarle sonrisas a los demás, puto payaso de mierda...

Un día positivicé todos mis defectos, comprendí que son útiles si los uso bien y en ello estamos.

Ahora cuando me miro en una foto o en el espejo ya no me digo cosas feas, porque no me veo ni gorda, ni cutre, ni tonta, ni mentirosa, ni penosa, ni insulsa, ni fea, ni nada. Me veo feliz, porque he descubierto el secreto que la vida se negaba a contarme hasta que realmente estuviera preparada. Ahora sé que lo tengo todo, sé que merezco lo bueno y que tengo el mundo a mis pies.

He conseguido salir de la cremallera.  










4 comentarios:

  1. Yo te veo preciosa. Tu felicidad es el gran méritode tu vida... y es solo tuyo. ¡Enhorabuena! Sigue así, guapa. Eres imparable.

    ResponderEliminar
  2. Bueno... Vosotros también contribuís a diario en mi felicidad. Así que es un mérito compartido. Besitos!

    ResponderEliminar
  3. Buen dia. Desde Australia te he descubrí, española. No me separo nunca mas de tu. Congrats!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Madre mía! Muchas gracias de verdad, nunca pensé que esto llegara tan lejos. Estoy emocionada y muy halagada. Yo tampoco me separo nunca más de tú! jajaja! (mientras no seas un acosador o algo así...) Es broma!
      Nos leemos por aquí, amig@!

      Eliminar

¿Qué te cuentas?